Cuanto más sonreía, más ganas tenía de odiarlo y aun así, eso era precisamente lo que lo hacía imposible.

sábado, 11 de mayo de 2013

El mal de amores.

En 1924 un médico llamado François Buasent enumeró una a una todas las anomalías físicas y mentales que ocurren cuando una persona se enamora. Al principio afirmaba Buanset que el enamoramiento tiene numerosas similitudes con procesos gripales:
Estado febril, dilatación de pupilas, palpitaciones, sudoración, temperatura alta y disminución de pensamiento periférico.

El mal de amores cursa los primeros días como un catarro, pero a lo bestia, hasta que el paciente se habitúa a la presencia de la persona amada. Después, los síntomas en vez de remitir como sucede en los procesos gripales, se multiplican.
El enamorado pierde el apetito, pasa las noches en vela con gran ansiedad y se entrega al aislamiento y a la soledad, y aunque el paciente sabe lo que le está pasando no hay antibiótico ni antigripal que le alivie. 
En función del organismo afectado, la enfermedad puede durar uno tiempo, o convertirse en crónica, un desasosiego para toda la vida.

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